sábado, 26 de septiembre de 2015

Historias del Camino

El Camino de Santiago con Cándido Méndez y José Luis López de Lacalle

 Maite Arnaiz
Soy peregrina del Camino de Santiago que he recorrido a pie, casi todos los años, desde que, hace dieciséis, lo descubrí como una filosofía de vida; de mi vida. Adentrarme paso a paso, sin prisa, a lo largo de setecientos cincuenta kilómetros, por esa parte de la España monumental del Camino francés, desde Roncesvalles hasta Santiago de Compostela, me ha llevado a entender la peregrinación como una de las más maravillosas actividades humanas a la que tienen libre acceso todas las religiones, disciplina no necesariamente practicada por millones de peregrinos que encuentran en el Camino una fórmula de evasión de la vida cotidiana con el cielo y la tierra como compañía. Limitar el peregrinaje a la religión es un gran error.
La grandeza del Camino de Santiago está en las sensaciones que el peregrino va viviendo en cada paso: Observar a las vacas yendo hacia el abrevadero con su paso lento o pasar entre un rebaño de ovejas cuando salen con el alba y el pastor te da los “buenos días” con el acento de cada lugar; siempre diferente y siempre afectivo. El paisaje, el paisanaje, sus monumentos llenos de historia que conforman un espectáculo cultural sin parangón en el mundo; solamente Castilla y León posee el Patrimonio Cultural más grande de los pueblos de Europa y el museo al aire libre más grande del mundo con nueve Sitios en la UNESCO.
Cándido Méndez en la Fuente de los Peregrinos Foto: archivo de UGT
El Camino de Santiago acoge a peregrinos de diversa condición y oficio. A lo largo de los años, he ido encontrándome con médicos, abogados, periodistas, arquitectos, directores de banca o dependientes del Corte Inglés; un buzo de Águilas, un juez de Puerto Rico y hasta un sastre de Calahorra… Y también con un ingeniero técnico, especialista en química, culto y amante del románico que ejerce de sindicalista: Cándido Méndez, secretario general de la UGT, quien aporta su experiencia personal, como peregrino en el Camino de Santiago, por el Camino francés, para periodistas en español.com:
“El Camino es una aventura sorprendente, desde cualquier vertiente que te aproximes. Mi interés inicial era combinar mi afición a las caminatas con un mayor conocimiento de nuestros edificios medievales y la experiencia superó con creces el objetivo inicial”.
No sabemos por qué, pero para los peregrinos no suele ser fácil referir el paso por el Camino de Santiago. Aunque en el conjunto confluyen las emociones, cada peregrino tiene su propio Camino y Cándido Méndez nos describe el suyo.
“Tiene una dimensión humana y espiritual que yo, al menos, no puedo desgranar con palabras, pero que ayuda a interpretar mejor el sentido de la vida”.
Disponer de treinta días consecutivos, que es la media que invierte un peregrino, para llegar a Santiago, si comienza en Roncesvalles, suele ser difícil, por eso lo más frecuente es fragmentarlo en etapas, de un año para otro, y una forma de motivación para estar físicamente preparado, algo imprescindible para hacer un buen Camino; es la fórmula que eligió Cándido Méndez:
“Lamento reconocer que sólo lo he recorrido una vez y ha sido el Camino francés, iniciándolo en Saint Jean Pied de Port. Mi voluntad es repetirlo en un futuro muy próximo”.
Es la enjundia del Camino que hace peregrinos reincidentes. Carlos Herrera es uno de ellos. Un buen peregrino que va seleccionando etapas cada año y descubriendo otras rutas del Camino de Santiago; todas magníficas en las que converge la policromía del paisaje, tan diferente y tan hermoso, desde el angosto camino de bajada a Larrasoaña, en Navarra, entre árboles gigantescos que se juntan en la copa, hasta el agreste campo de Castilla y la historia que los edificios encierran entre sus piedras milenarias. El románico entró por el Camino de Santiago.

El último Camino de José Luis López de Lacalle

José Luis López de Lacalle
José Luis López de Lacalle
Fue en agosto de 1999. Llevábamos muchos kilómetros en la mochila y se hacía pesada la subida desde Villafranca del Bierzo hacia O´Cebreiro, cumbre del Camino entrando ya en Galicia. Llegando a Pereje encontré a un amigo al que no veía desde hacía tiempo, era José Luis López de Lacalle, un hombre, fundamentalmente bueno, un demócrata comprometido con la lucha por las libertades durante la dictadura franquista, que le llevo a ser encarcelado. Esa defensa por las libertades, ya en democracia, fue el motivo por el que ETA le mató, metiéndole un tiro por la espalda, el 7 de mayo del año 2000.
Nos saludamos con el afecto que nos teníamos y la sorpresa del encuentro. Ese día mi meta estaba en las Herrerías, y aún me faltaban kilómetros por andar, pero una charla con José Luis siempre merecía la pena. Juntos, compartiendo entusiasmo, le dimos un buen repaso a lo que íbamos dejando atrás, seguros de que la experiencia nos acompañaría de por vida: Él había iniciado el Camino en Saint Jean Pied de Port, la etapa francesa anterior a Roncesvalles, ese bello rincón boscoso del Pirineo navarro, donde se concentran historia y fábula; hablamos del encuentro con peregrinos llegados de tantos rincones del mundo con los que compartir saludos y buenos deseos; la preparación para el inicio del Camino al día siguiente, el nerviosismo que apenas deja dormir y el despertar con el sonido del reloj de la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles, que forma parte del Conjunto Monumental Colegiata, de finales del XII, exponente de la arquitectura medieval, de estilo gótico francés.
Recordamos la entrada en el Bosque de Erro, primer impacto de la naturaleza al comenzar nuestro Camino; los kilómetros de viñedos que nos habían acompañado por La Rioja y la entrada en Logroño por el Puente de Piedra con la inmensidad del Ebro a los pies de los peregrinos. Antes de entrar en la ciudad, ya se empieza a ver la cúpula piramidal de la iglesia de Santa María del Palacio y las dos esbeltas torres barrocas de la catedral de Santa María de la Redonda. La Rioja es la Comunidad de España con más monumentos por metro cuadrado. El último reducto de fortificación medieval es la Puerta del Camino de Logroño, ciudad de tradición jacobea llamada “Hija del Camino” y cuna de Gonzalo de Berceo, escritor medieval, primer poeta en lengua castellana. Y, sin ánimo de que suene prosaico entre tanta ilustración, también le dedicamos un recuerdo a las riquísimas patatas a la riojana.
José Luis me dijo que andaba solo, aunque las primeras etapas las había hecho en compañía de un amigo que no pudo continuar por no disponer de más tiempo. Ese día se quedaba a dormir en Pereje porque había caminado ya muchos kilómetros y dejaba para el día siguiente la subida a O´Cebreiro, el tramo más duro. Estaba tranquilo, con la paz que da el Camino, alejado de la política, de su actividad en la prensa y del aliento de ETA en la nuca por defender las libertades; fue cofundador del Foro de Ermua tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco aquel aciago trece de julio de 1997. Ninguno de los dos estábamos por la labor de hablar de nada que pudiera desviarnos del Camino. Él solamente comentó: “Aquí se respira”. Cierto, por todo lo dicho a lo que ayudaba el estar a casi 1300 metros de altitud, en plena naturaleza.
En nuestra charla seguíamos el recorrido orográfico y así llegamos a San Juan de Ortega, en las proximidades de Burgos. Con apenas veinte habitantes, tiene un patrimonio medioambiental y cultural formado por un conjunto monacal románico con incursión de gótico y algo de mudéjar. En el interior del Monasterio San Juan de Ortega, siglo XII, destaca un capitel románico que narra el ciclo de la Natividad. Cada equinoccio se produce un fenómeno que, desde tiempos remotos, el pueblo llama “El milagro de la luz”. A las cinco de la tarde un rayo de sol, que se introduce por un ventanal, ilumina el capitel de la Anunciación donde se aprecia que la Virgen María se dirige a la luz y no a San Gabriel, como debería ser. Ninguno de los dos lo habíamos presenciado por no coincidir en las fechas equinocciales; nos había parecido curioso y él comentó: “Habrá que ir a verlo otro año”. No podíamos imaginar que, para José Luis, no llegaría otro año. Hablo con Mari Paz, su mujer, que lleva en la voz esa pena que no mitiga el tiempo: “Tenía la mochila preparada para su tercer Camino de Santiago, iba a hacer el Camino que va por la Vía de la Plata. Estaba muy ilusionado”.
Llevábamos ya un buen rato de conversación cuando me dijo: “Por ahí anda Cándido”; se refería a Cándido Méndez, su buen amigo, compañero de fatigas con el que coincidió en alguna etapa aquel mismo año de 1999 que fue el último Camino de José Luis, algo que Cándido recuerda con dolor: “Sí que recuerdo aquel fugaz pero agradable encuentro. La barbarie de ETA lo asesinó, vilmente, menos de un año después”.
Esclusa del Canal de Castilla en Fromista
Esclusa del Canal de Castilla en Fromista
En este punto, mientras escribo, hago una pausa rememorando ese lugar en el último tramo de Castilla y León y se me pone un nudo en el estómago. Vuelvo al recuerdo del encuentro con José Luis, donde cada uno realzaba lo que más le había seducido del Camino, y tuvimos muchos puntos de coincidencia, deteniéndonos en las pequeñas aldeas porque, ya se sabe, que las dos grandes ciudades antes de llegar a Santiago, Burgos y León, tienen mayor reconocimiento popular por sus magnas catedrales. Uno de esos puntos fue el paso por el Canal de Castilla, una de las obras más importantes de ingeniería hidráulica construida, a mediados del siglo XVIII, para transportar el trigo desde Castilla hacia los puertos del norte; es uno de los tramos más imponentes que va anunciando a los peregrinos el acercamiento a Frómista, “uno de los hitos más significativos del Camino” según destaca el Codex Calixtinus en la llamada “ruta del románico”.
Frómista tiene un conjunto monumental espléndido en el que se mezcla el gótico con el gótico tardío y distintas portadas renacentistas. Sorprende la torre del campanario de Santa María del Castillo por tener tres cuerpos de altura. Pero el icono en esta localidad es la iglesia de San Martín, antiguo monasterio benedictino, excelencia del más puro románico construido, de piedra caliza, a mediados del siglo XI por orden de Doña Mayor, reina de Navarra. Una de mis etapas favoritas es ésta porque voy escuchando cómo a mis pasos los acompaña el sonido del agua, al rodar por las esclusas, que va marcando mi tiempo hasta llegar a Frómista para entrar en su templo y sentarme en el suelo a contemplar la entrada de luz por sus tres ventanales de medio punto que iluminan tanta belleza. Se dice que San Martín de Frómista junto con Santiago de Compostela, San Isidoro de León y Jaca representa la “culminación del arte románico español del siglo XI”.
Sobre el románico, José María Pérez “Peridis” tiene su doctrina: “El románico no sólo es memoria, sino que es valor y fuente de riqueza”. En ese criterio parece coincidir Cándido Méndez:
“San Martín de Frómista es una referencia espléndida, que yo comparto, de la belleza del románico. Además el románico-mudéjar de Sahagún, con aparejo de ladrillo, me parece también muy interesante por ser, al parecer, la sustitución de la piedra por ladrillo, una aportación genuinamente española por razones de economía de medios”.
Esta exposición de Cándido Méndez pone de manifiesto que no es un peregrino que va de paso por el Camino de Santiago, sino que se detiene en lo más importante; las piedras que constituyen su historia. La referencia que hace sobre Sahagún de Campos no puede ser más acertada. Nada más llegar a la Villa, vemos el emblemático arco de San Benito, del siglo XVI, bajo el que se entra en Sahagún para dar fe de su gran patrimonio sacro, como la Capilla de San Marcos, la muestra más antigua de España del románico-mudéjar.
En Pereje era como si se hubiera detenido el tiempo. A lo lejos, el Teleno nos recordaba que habíamos dejado atrás los áridos caminos de Tierra de Campos, un desierto repoblado en el siglo IX por vacceos, romanos y godos, posteriormente fronterizo entre musulmanes y cristianos. A todos ellos hay que agradecer su legado monumental.
Habíamos cruzado León por la empedrada Plaza del Grano, caminando sobre más de dos mil años de historia, hasta llegar a su magna catedral, y hablamos de Astorga, de sus murallas de cimentación romana en el siglo III que resguardan la catedral y el palacio de Gaudí, dos monumentos excelsos frente a frente, y, cómo no, hablamos del poeta astorgano Leopoldo Panero: “Astorga se amuralla en su colina y arde la catedral en piedra rosa”. Esta orilla del Camino ha dado grandes intelectuales: “Escuela de Astorga”, la llamó Gerardo Diego, un semillero cultural del que salieron nombres de la talla de Luis Alonso Luengo y Ricardo Gullón. En Astorga se refugió Concha Espina donde escribió su obra regia, La esfinge maragata.
En el acontecer de nuestro Camino, José Luis y yo convenimos en que el cambio de paisaje era una motivación para seguir caminando. Habíamos subido por Rabanal del Camino a la cumbre del Irago, a 1500 metros de altitud, con Galicia en el horizonte, hasta la Cruz de Ferro para descender, por un camino escabroso, y entrar en Molinaseca por el romano Puente de los Peregrinos sobre el río Meruelo. Aquí empieza a cambiar el paisaje; hemos entrado en el Bierzo, tan verde, tan desconocido hasta que lo puso en el mapa Luis del Olmo; así como suena. En su programa Protagonistas, de lo mejor de la radio en las últimas décadas, Luis no perdía la ocasión de hablar de su Bierzo del alma, de las excelencias del botillo hasta llevarlo a la Denominación de Origen, y consiguió, durante diez años, hacer de su Ponferrada natal el escaparate nacional de los Premios Micrófono de Oro que concede la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión, en reconocimiento a profesionales del periodismo, el deporte, las artes… incluso de la política.
Castillo Templario en Ponferrada
Castillo Templario en Ponferrada
Ponferrada es una ciudad que surge en la Edad Media como asentamiento alrededor del Camino de Santiago. Osmundo, obispo de Astorga, mandó construir un puente de hierro sobre el río Sil para facilitar el paso a los peregrinos. A este puente se le denominó “Pons-Ferrata” que dio nombre a la localidad. La parte alta de la ciudad la preside la silueta majestuosa del Castillo de los Templarios, de estilo gótico construido en el siglo XII.
El casco antiguo de Ponferrada conserva viva la huella de su historia reflejada en los monumentos y edificios singulares construidos entre los siglos XVI y XVIII. La Basílica de la Encina, de estilo renacentista con planta de cruz latina construida antes de 1573. En su interior, la imagen de la Virgen de la Encina, patrona del Bierzo, preside el imponente retablo mayor de madera policromada, de la escuela de Gregorio Fernández, fechado entre 1630 y 1640. Ponferrada es una ciudad activa y moderna con respeto a lo ancestral que es la médula de la ciudad. Es necesario detenerse un día entero para disfrutarla y seguir con más fuerza las etapas del Camino que aún nos quedan, después de haber recorrido la Calle del Reloj y contemplar su torre levantada sobre una de las puertas de la antigua muralla, y visitar la Casa de los Escudos, siglo XVIII, ahora Museo de la Radio de Luis del Olmo, que guarda innumerables testimonios de todo lo que la vida conlleva, de la propia vida , de la muerte, de la alegría, del dolor, de las miserias… trasmitidos a todo el mundo por sus ahora silentes ondas hertzianas.
Luis del Olmo ha tenido la tertulia más plural de la radio española; de su formato de magacín fueron copiando todas las cadenas de radio. José Luis hizo un elogio, merecido de Luis del Olmo: “es un hombre muy valiente”. Pues sí. Ahora, que puede disponer de su tiempo, le reclaman de las universidades para que imparta doctrina a las nuevas generaciones de periodistas y le solicitan instituciones diversas que instruyen coloquios magistrales moderados por Luis del Olmo. Él sí es Marca España.
Me consta que el nuevo gobierno municipal de Ponferrada está muy por la labor de darle un impulso al Camino de Santiago para que, en la misma capital berciana, los peregrinos que van llegando tengan debida información y ayuda para proseguir su Camino en la comarca del Bierzo rumbo a Galicia. Hay una ruta, alternativa a la tradicional, a 14 Km de Ponferrada; es una ruta para entrenados pero hay que ir a conocerla aunque sea en coche. Me refiero a Santiago de Peñalba, una aldea de veinte habitantes, rodeada de monasterios y erguida sobre una peña, a 1100 metros de altitud en el exuberante Valle del Silencio. La estructura de sus calles y sus rústicas casitas de madera, pizarra y piedra hacen retroceder a la edad media. Su iglesia es una joya arquitectónica del arte mozárabe. Hace unos cuatro años tuve la suerte de conocer esa ruta, junto a otros peregrinos, instruida por María Antonia Gancedo, una ponferradina licenciada en Geografía e Historia del Arte, por entonces profesora de universidad, ahora edil de Cultura y Turismo del ayuntamiento de Ponferrada. Es una mujer muy capaz, entregada a su actual cargo que le viene como anillo al dedo.
Hecho este paréntesis, para dar a conocer una ruta nueva del Camino de Santiago, salimos de Ponferrada, por la ruta tradicional camino de Villafranca del Bierzo. La naturaleza ha sido generosa con el Bierzo: frutales, hortalizas, viñedos que dan un vino excelente. Según el gurú mundial del vino, Robert Parker, “el mejor vino de España calidad-precio”, está en la comarca berciana y se llama “Pétalos del Bierzo”.
José Luis y yo habíamos hablado de lo divino y lo humano sobre el Camino de Santiago y el desconocimiento de la historia que lo rodea. Íbamos tan llenos del Camino que incluso comentamos sobre la posibilidad de darlo a conocer, particularmente a los jóvenes, haciendo propuestas a las universidades. José Luis era miembro del Consejo Social de la Universidad del País Vasco y apuntamos una idea: “Estaría bien en los cursos de verano”. En ello estamos ahora para poder hacerlo realidad.
Los últimos minutos de conversación los compartimos con Javier y Ana, dos peregrinos con los que había hecho alguna etapa desde León; me reclamaban para subir juntos hacia las Herrerías. Atrás quedaba el último gran municipio de Castilla y León, Villafranca del Bierzo, cuna del gran escritor Enrique Gil y Carrasco autor de El señor de Bembibre, obra maestra ambientada en el siglo XIV. Era Año Santo Compostelano y a los peregrinos se nos brindaba la posibilidad de visitar el interior de la iglesia de Santiago, privilegio que, en el siglo XV, concedió el Papa Calixto III para los peregrinos que llegaban a Villafranca maltrechos de tanta caminata. Comentamos la sencillez del interior de la iglesia en contraste con la majestuosidad de la Puerta del Perdón, en la que se mezclan el románico y el gótico.
Nos despedimos de José Luis con un abrazo: “A ver si coincidimos en alguna etapa… O en Santiago”. No fue así; no volvimos a vernos. Mi amigo Javier, me dijo que le había saludado en la catedral, en la misa de peregrinos.
Paraiso-del-Bierzo
Partimos hacia las Herrerías, con Javier y Ana, y pasamos la noche en “El Paraíso del Bierzo”, una casa rural sobre una campiña frente a Los Ancares, Reserva de la Biosfera. Jorge es un buen anfitrión y Manolita la culpable de que la comida sea buenísima; sencilla y de gran calidad. La carne es insuperable. Al día siguiente amanece brumoso; a las seis de la mañana aún es de noche. Me gusta ver amanecer mientras la niebla se va disipando dejando al descubierto la Sierra de Los Ancares, prodigio de la naturaleza. La subida por la Faba es un rompepiernas de 11 Km hacia el punto cumbre del Camino de Santiago para encontrarme con Galicia. A 1300 metros de altitud espera O´Cebreiro, una aldea de pallozas que tiene la iglesia más antigua de la ruta jacobea; Santa María la Real, prerrománica del siglo IX. El descanso lo busco cada año en la casa rural, muy recomendable, que cuidan con esmero Esperanza y José Luis, excelentes personas.
A partir de O´Cebreiro, hasta Santiago, el paisaje es grandioso. Triacastela, San Xil… un puerto de 1330 metros en medio de bosques inmensos de carballos; piedras milenarias adheridas al corazón de los lugareños que cuidan y defienden su patrimonio impotentes ante lo inevitable: Portomarín es el ejemplo. El embalse del Belesar sepultó a este pueblo del medievo que ahora se deshace bajo las aguas del progreso. Ante el forzoso desalojo de sus casas, algunas con siglos de historia, los vecinos se negaron a que la iglesia de San Juan, románico del siglo XII, sucumbiera bajo el pantano. Entre todos la desmontaron, piedra a piedra, le pusieron un número en los sillares para su reubicación y las llevaron hasta el alto en el que se encuentra desde 1962.

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